A pesar de la hora, en la que el día,
clava su puñal en el horizonte,
y las estrellas asoman tímidamente
al balcón de una nueva noche,
ya presentida, ya muy cercana,
Madre, en esta hora, te llamo,
mientras mis pasos van a buscarte,
y mi corazón nervioso
bombea mil y una promesa,
mil una vivencia de otros atardeceres,
como este de tiempos ya pasados.
Es la hora en la que me llamas y te llamo,
es la hora en la que te nombro con más cariño,
esperando, ya deseando verte,
un año más en el Alamillo.
¡Qué deprisa pasa el tiempo,
y qué despacio nuestro reloj come minutos,
devora hora, en esa tarde de septiembre,
mientras te espero, Madre!
Un fuerte torrente de amor
desborda mi corazón,
mientras se entona,
de nuevo, tu himno,
y mientras canto mi corazón
canta y afirma que hoy,
si es un día dichoso,
porque hoy estás con nosotros,
y vuelves a casa Madre y Señora de la Vega.
VICTOR HERNÁNDEZ MAYORAL
17 de septiembre de 2.011
Desgraciadamente, ya hace una semana de aquellos hermosos momentos vividos, que no creo que jamás llegé a olvidar, muchas gracias por hacermelos revivir. Aprovechate ahora que la tienes tan cerquita, y no olvides a estos amigos que han estado compartiendo tantos buenos momentos contigo.
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