jueves, 7 de julio de 2011

ATARDECER EN PIEDRAHÍTA



Cada tarede, Peñanegra,
vieja Dueña de Ávila,
cubierto sus sienes de nieve,
mece en su falda verde
a la Villa de Piedrahíta,
y le canta una nana de bronce
con el eco del Carmen,
de Santo Domingo, o Santa María.


Cada tarde, el Mirón,
atalaya del Corneja;
narra, con voz de briza,
la historia de un amor
imposible, entre un soldado
y una lavandera de Malpartida.

Desde una ventana,
en el Episcopal Castillo de Bonilla,
el Tostado, a la luz de la naranjada
puesta solar del Corneja
escribe, reflexiona, ora,
mientras por el viejo camino de Avila,
Teresa, moribunda, busca una curandera.

Villafranca corre toros,
y en la Vega,
la Virgen, con la fresca del atardecer,
acompaña al Niño
cuidando sus primeros pasos.

La Cruz, en el Cerro,
cuando la luna se lanza al vacío
desde alto de Peñanegra,
con su parapente abierto,
pide silencio para este sueño,
ya demasiado luengo de Piedrahíta.


VÍCTOR HERNÁNDEZ MAYORAL

7 de julio de 2.011

1 comentario:

  1. Cada nuevo relato tuyo sobre tu tierra, me hace tener enormes ganas de conocer las tierras de Castilla, las cuales no conozco, ojalá pronto podamos alcanzar ese sueño que tenemos en casa.

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