martes, 10 de noviembre de 2009


Piedrahíta no se entiende sin el Cristo de las Batallas. Para Piedrahíta esta imagen resumen toda su fe, todo el amor de un pueblo a la Pasión de su Señor. Piedrahíta ve en esta imagen el rostro maduro y roto del Niño que camina delante de su patrona, la Virgen de la Vega. Llama la atención ver a mujeres y hombres de este pueblo castellano orando ante la verja de su capilla, la mayoría a oscuras o en penumbras. En sus salidas procesionales es fácil ver la mirada de muchos de mis vecinos alzadas a su Señor, orando, meditando.
La primera impresión que causa a aquel que se acerca a él por primera vez es el sobrecogimiento que desprende la crudeza con la que la gubia de un desconocido maestro castellano supo plasmar en él los signos de la Pasión del Señor. Sin duda esta imagen dista mucho de la dulzura con la que se representa en Andalucia o Murcia la muerte del Señor. Ese era sin duda el objetivo de este maestro castellano: conmover aquel que mirase el cuerpo de Cristo que por Amor se entrega a los hombres y sentir el dolor por sus propios pecados, muchas veces viendo la imagen en el silencio de su capilla vienen a mi mente aquellos versos que creo que el autor escribió para él:
"Mueve el verte
clavado en esa Cruz y escarnecido,
mueveme el ver tu cuerpo tan herido,
muevenme tus afrentas y tu muerte"
La imagen del Santísimo Cristo de las Batallas, representa el momento narrado por el evangelista Juan, posterior a su muerte en la Cruz, y al ser traspasado por la lanza del soldado romano. El imaginero ha logrado captar toda la agonía del hombre que fallece en este suplicio en su rostro. El costado abierto, rasgado por una impresionante herida de la que brota un abundante caudal de sangre, sangre que llega hasta el paño de pureza. El paño de pureza tiene un gran nudo al lado derecho. Cristo está sujeto a la Cruz por tres clavos, dos que sujetan sus manos y una tercera que sujeta sus pies al árbol. Pelo natural, algo típico de la imagineria castellana, tal y como lo demuestra Nuestro Padre Jesús Nazareno que se venera en la iglesia de mi pueblo o el Cristo del Caño y el Cristo Negro del pueblo cercano Barco de Ávila. A lo largo del cuerpo del Señor quedan como testigos de la tortura sometida al Señor innumerables heridas de la flagelación, así como la gota de sangre que cae desde su corona de espinas.
De autor desconocido, tallado en torno al año 1.627, fecha en la que se concluye el rtablo donde se venera, según una inscripción colocada en una pared de su capilla.
El Retablo donde se venera este Cristo es un interesante Calvario Castellano, Cristo en la calle central, junto a él, en dos hornacinas: el apóstol San Juan y la Virgen de los Dolores, mal llamada en la actualidad del Encuentro. Corona el altar una Inmaculada Concepción con esplendor de rayos, a su lado dos cuadros de tema teresiano: la aparición de Cristo a la Columna y la Transverberación de la Santa. Sobre la imagen de la Inmaculada desciende el Espíritu Santo, enviado por el Padre Dios. Por lo que algunos conocen este altar como el de la Santísima Trinidad.
El Señor recibe, actualmente el nombre de las Batallas, aunque recientes estudios coinciden que su nombre es el del Miserere, nombre que le vendría dado por una antíquisima tradicción de la iglesia de Piedrahita. En una tablas que actualmente se pueden contemplar en el Museo Parroquial, concretamente en el trascoro del templo. Según estas tablas el templo se levanta sobre la fortaleza que Doña Berenguela de Castilla tenía en la ciudad de Piedrahíta, lugar donde nacio su hijo Fernando III el Santo, a la muerte de la reina esta dono su fortaleza para que se alzara la iglesia de la Villa. El clero parroquial tenía la obligación de todos los viernes de Cuaresma delante del altar mayor, levantar un catafalco de terciopelo negro, sobre el que descansaba una calavera y una corona de plata, presidia el túmulo la imagen de un Crucificado, bajo un dorsel, que según todos los estudios era esta imagen. Concluída la eucaristía de ese día, se cantaba un solemne miserere y un solemne responso por el alma de esta reina castellana.
Actualmente el Cristo de las Batallas sale en procesión acompañado por su cofradía titular la noche del miercoles santo en la procesión del Silencio, en la madrugada del Viernes Santo en el Vía Crucis o Procesión del Encuentro, participando esa misma noche en la procesión de los pasos.

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