jueves, 15 de octubre de 2009

ANTE SANTA TERESA DE JESÚS


Por los caminos del cielo, junto a Juan de la Cruz caminas, Teresa. Abriste la eternidad para acercar a los hombres de todos los tiempos a la voz del Padre. Actualizaste en tu tiempo la voz, siempre cercana de Jesucristo, tu Jesús y lo hiciste, siempre, con la atenta mirada de María, en su advocación de la Caridad, del Carmen o de Sonsoles y bajo la custodia de José, su esposo y patrón de tu primer Monasterio, de tu primer Palomarcito, aquel que hoy en una Avila que ha crecido, ha embuido y ha hecho suyo, próximo, cercano, y que a pesar del bullicio de las calles que le rodean sigue bajando Dios cada día a los viejos pucheros carmelitas.La santidad no es carga, ni tristeza, ni pena, sino alegría, por que como tú bien dijiste: "Dios no quiere santos tristes, por que un santo triste es un triste santo". ¡Qué mayor alegría, Teresa que gozar, como tú nos enseñas de la presencia de aquel que se ha hecho pan y vino para el camino". Teresa fuiste sonrisa de Dios, sonrisa de Jesús en un tiempo dificil para la Iglesia, un tiempo duro, un tiempo de guerras y rencillas, tú mostraste el verdadero rostro del Padre que se ocultaba en las palabras del Evangelio y tú le hiciste presente en tus Palomarcitos.Conociste a Jesus, y te entregaste por entero a él. "Quien a Dios tiene nada le falta, sólo Dios basta". Ante las peocupaciones de cada día, Teresa nos enseñas a poner toda nuestra confianza en el Padre, a abandonarnos por entero en sus manos, como tú lo hiciste cuando la Reforma carmelita se ponía cuesta arriba, cuando las cosas en el Carmelo no iban los suficientemente bien, cuando no todo salía como esperas, cuando llegaban las horas de la persecución, porque en tu vida, también hubo persecuciones, pero tambien en la hora de la incompresión y de las habladurias, todo lo ponías en las manos de Aquel que todo lo ponía. ¡Qué amistad más grande travaste con él!Teresa, amiga de Jesús, para un tiempo como este nuestro, nos hablas de la oración, como único pacto de amistad entre dos amigos. En un tiempo como este nuestro, en el que tan a menudo descolgamos el movil y olvidamos el teléfono de Dios, el teléfono de la oración, tú nos enseñas que la única llamada importante que hemos de realizar es aquella que nos lleva de la tierra al cielo y del cielo a la tierra. Aquella en la que hablamos con Dios y Dios habla con nosotros. Para ello hay que hacer espacios de silencio, y no es este tiempo para el silencio, demasiado bulla, demasiadas vanales músicas, demasiadas palabras vacías, nos alejan del amigo Dios.Vivimos atareados mirando más a la tierra que al cielo, y tus ojos siempre clavados en el cileo nos invitan a vivir una vida que no se acaba, a vivir una "vida tan alta" que esta que en la tierra vivimos se queda vacía o sin sentido. Por que "tan alta vida espero que muero por que no muero". Si tenemos miedo a la muerte, ¿no será tal vez Teresa que, en el fondo de nuestro alma no creamos que tras la muerte hay una vida más hermosa que esta que ahora vivimos, que tras la muerte nos espera el Amado con la Morada preparada?Teresa, ahora que llega el final de este rato de contemplación contigo, quiero tenter presente aquella hora, tu hora en el Convento de Alba de Tormes, cuando pediste que te trajeran el Santísimo Sacramento, por que ya veías las puertas del cielo abiertas, esperando tu llegada. Y al ver que el Amado venía a visitarte a tu celda, te sentaste en el lecho diciendo con gran alegría: "Señor mío, ya es tiempo de caminar, (el camino siempre presente en tu vida), sea muy enhorabuena, y cúmplase vuestra voluntad. Oh Señor y Esposo mío, ya es llegada la hora qeu yo tengo tanto deseada. Hora es ya que estemos juntos". PUes eso Teresa, amiga, que cuando yo muera pueda decir e ese momento: que ha llegado la hora de estar junto Aquel que por mi bajo del cielo y tras entregarse en la Cruz volvió al cielo.

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