sábado, 10 de octubre de 2009

Dialogo con la Virgen de la Vega I


¿Qué tienen Virgen de la Vega tus ojos, esos ojos que no sé si están abiertos o cerrados, si se abren o se cierran, pero que estan constantemente pendientes del Niño que "ya se anda sólo" y ante ti camina, mientras miras con el rabiño de tus ojos a tus otros hijos que caminan entre sombras buscando la Luz y la Verdad en este Valle del Corneja?
Me gusta imaginarte así, con la mirada perdida, mientras cuidas con ella del Niño, de tus otros niños, de tus hijos. Me gusta imaginarte en la Casa de Nazaret, donde el Niño comienza a andar y tú tienes que cuidar esos vacilantes pasos para que no se caiga, para que no se haga daño. Y mirándote así, me gusta imaginarte tras de mí, mirando con esos ojos, con sa cauta mirada, mietnras camino por la vida, cayendo, levantándome, que esto es de ser buen cristiano y buen castellano: caer y saber levantarse, pecar y saber levantarse, pecar y reconocer su pecado pidiendo perdón al único que puede perdonar y es Dios.
Me gusta imaginar tus ojos, ¡Qué quieres Virgen de la Vega! Y descubrir en ellos los ojos que hicieron a Jesús descubrir a Dios, descubrir al Padre, y me gusta mirar tu boca y pensar en las cosas que dirías a tu Hijo para abrirle a la misión que el Padre le había encomendado y él había aceptado al entrar en tu Seno. Por qeu la primera maestra de Jesús fuiste tú, junto con José, tu esposo. Y por eso me gusta sentarme en tu escuela y mirarte y dejarte hablar y dejar que tus manos se separen de tu pecho y vayan poco a poco modelando esta masa de barro que es mi corazón. ¡Me gusta imaginarte así Alfarera de Piedrahíta!
Me gusta mirar tus ojos y mirar desde ellos al Niño. ¡No dejes que se aleje mucho de tí, tantos son los que atraídos por sus belleza le quieren! No nos dejes a tus Hijos de Piedrahíta, Madre y Señora de la Vega, Virgen siempre cercana, Madre siempre preocupada de su pueblo, de tus hijos, Madre Nuestra.

1 comentario:

  1. Siempre estamos cayendo y levantando, para eso la tenemos a Ella siempre velando por todos nosotros sus hijos al igual que lo estaba de su Hijo en Nazareth, besos.

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