sábado, 17 de octubre de 2009

Dialogo con la Virgen de la Vega II


Madre de la Vega, me gusta, en tardes como esta, en silencio mirar tu rostro y bajar mis ojos hasta tu pecho, allí donde está tu corazón e intentar penetrar en él. ¡Es tan bueno, Madre, lo que allí guardas!
Tu grandeza reside en ese corazón, donde has ido guardando ¡tantas cosas! La primera sonrisa de José, su primera palabra, el proyecto de una vida en común, la presencia de Dios en ese proyecto, el abrazo de Isabel, ¡tantas conversaciones durante aquellos tres meses en la montaña de Judá!, los recelos de José, ¡la primera espada! el miedo y la confianza siempre puesta en las manos del Padre, el camino de Belén, la Noche de la primera Navidad cuando el Niño llego a tu vida, el primer llanto del Niño, las palabras de los pastores, de los Magos, de Simeón, de Ana, de aquellos primeros testigos de la presencia de Dios en la tierra, el primer gateo de tu Hijo, su primera sonrisa, sus primeros pasos, Pero también los desvelos, ¡cómo todas las madres!, por la primera fiebre, ¡qué bien es pensarte así, Virgen de la Vega, siempr desvelada y siempre preocupada por tus hijos!
Pero también verte enseñando a caminar al Niño, como en esta imagen nuestra, dándole de comer, consolando su llanto ante una caída, curando su piel herida, enseñándole a orar, a hablar con el Padre Dios, a leer y a escribir. ¡Qué gran maestra tuvo en la tierra el Hijo de Dios!, ¡Trabajo de Madre, como mi madre, como cualquier otra madre de la historia, y como ninguna, porque tú tubiste siempre presente tus ojos puestos siempre en Dios, por que aquel Niño era Dios, como el Ángel te lo habia anunciado!
Me gusta ver tu corazón en la noche de Nazaret. Cuando tu Hijo ha descubierto su vocación y comienza a alejarse de ti, para acercar a los hombres el Reino de Dios. ¡Cómo me gustaría Virgen de la Vega estar junto a ti en una de esas noches, en las que Jesús, ya hombre, te hablaba desu Padre, de su Reino, de su misión! Comenzabas a entender su Hora.
Acompañar tu dolor cuando José muere y Jesús en silencio comienza a comprender la triste realidad de la vida del hombre. Y tú alli, diciendo, a pesar de todo, que la muerte forma parte de la vida del hombre, y gracias a tu sí, y a tu Niño, morir ya no es un incierto final, sino un encuentro, el encuentro más hermoso de nuestra vida, porque nos reencontramos contigo y tu Hijo en la Casa del Padre.
Acompañarte a Caná y verte atareada en la boda, siempre atareada, Virgen de la Vega, siempre en movimiento, siempre dispueta al servicio y a las necesidades de los demás. Saber que sintió tu corazón ante aquellas palabras: "Aún no ha llegado mi hora".
Seguir la misión de tu Hijo, junto a ti, en el hogar de Nazaret, vivir junto a ti cada reencuentro y sobre todo aquellas mal intencionadas palabras que llegaban a tu hogar, llenas de incomprensión y de maldad: "tu Hio ha perdido la cabeza".
Acampañarte junto a la Cruz y desde allí acogerte en mi hogar, como Juan, dejar mi casa para vivir en la tuya. Y sobre todo Virgen de la Vega aprender a orar junto a ti en el Cenáculo de Jerusalén, esperando la llegada del Espíritu Santo para dar luz a mi vida, a cada día para entender cada acontecimiento desde la mirada del Padre, desde el Evangelio, como tú entendiste toda tu vida.

1 comentario:

  1. Muy bonita "la historia" que nos presentas de la Virgen de la Vega, se aprecia el momento especial quehas debido de tener. Felicidades.

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